La agencia clasificadora internacional Fitch Ratings ha decidido confirmar la positiva nota de A+ que le tenía asignado al riesgo soberano del país, asignándole de paso una perspectiva estable. La noticia no puede sino ser acogida favorablemente por lo que representa, es decir, que en lo que los economistas denominan sus fundamentales, nuestra economía sigue en el exclusivo grupo de naciones más solventes y confiables.
Con todo, en esta oportunidad el reporte de la firma consignó un punto que no puede ser desestimado, ya que textualmente resolvió advertir que "uno de los principales factores que individual o colectivamente podrían gatillar una acción de rating negativa incluye un persistente debilitamiento de las expectativas de crecimiento e invertsión, así como un severo y consistente deterioro en los términos de intercambio".
Si bien se trata de advertencias que escapan a lo que el promedio de las estimaciones prevén en el futuro inmediato, no pueden ser obviadas a la luz de lo que son los sesgos de dichos pronósticos, partiendo por el del propio Banco Central, que si bien prevé un crecimiento en torno a 3,5% en 2015, lo hace con un sesgo negativo.
La inversión, en tanto, ha probado ser altamente sensible a las señales políticas y al clima de incertidumbre asociado a los planes oficiales de reforma, agenda que lejos de estar concluida con el cambio tributario, promete acelerarse en los meses venideros en las dimensiones laboral, constitucional, previsional y derechos de propiedad. Una evaluación de escenarios, por más improbables que se crean, exige un acción preventiva proactiva de modo evitar sorpresas ingratas a futuro.
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