2014/07/25

Hinzpeter, al otro lado

En su primera entrevista como gerente legal de Quiñenco, Rodrigo Hinzpeter cuenta cómo han sido estos 3 meses en el mundo privado, su aterrizaje en el principal grupo económico del país y el alejamiento del primer plano que tuvo como ministro de Piñera. Mucho menos frontal que antes, el abogado dice que está contento y que hoy no quiere pelear con nadie. Desde su nuevo palco, se refiere, además, a las principales reformas que impulsa este Gobierno. Ésta es la otra vida de Hinzpeter.
Por María José López
Fotos: María José Urcelay
Hinzpeter
La noticia no golpeó a Andrónico Luksic. Cuando el 14 de marzo pasado Rodrigo Hinzpeter anunció públicamente que se alejaría de la política y de RN, varios se impactaron con su decisión. Luksic no fue uno de ellos: era de los pocos que estaba al tanto de que el ex ministro de Interior y Defensa de Sebastián Piñera volvería al mundo privado.
Apenas dejó La Moneda, Hinzpeter recibió un llamado que no esperaba: el presidente de Quiñenco quería hablar con él. Se reunieron en su oficina, en el piso 16 de la matriz que agrupa las empresas del clan de origen croata, entre ellas el Banco de Chile, CCU, Enex, Invexans y Tech Pack (ex Madeco). Entonces, el empresario fue al grano: le contó que Manuel José Noguera, un histórico asesor del grupo, dejaba la gerencia legal de la compañía y necesitaba un reemplazante para ese puesto de extrema confianza dentro del holding.
Entonces, Hinzpeter ya había desechado la idea de seguir en política. “La política me había dejado muy cansado, desgastado y bastante desilusionado”, cuenta desde su oficina en Quiñenco. Y aunque su plan era reintegrarse como socio al estudio Bofill Mir & Álvarez Jana, la oferta que le planteó Luksic ese día, mientras tomaban un café, lo tentó. “Me ofreció incorporarme como abogado inhouse, en un momento en que ser gerente legal de un grupo es muy desafiante porque significa estar en la primera línea de las decisiones, negociaciones y las transacciones”, explica Hinzpeter.
“Hoy el abogado inhouse, el abogado interno, el gerente legal, el general counsel, como se dice en inglés, es cada día parte más fundamental de las decisiones de negocios. Antes, sólo se le incorporaba cuando había problemas, aislado de los ejecutivos que conducían las transacciones. Esa posición a mí no me hubiera interesado”.
Aunque Luksic sondeó a otros candidatos para el puesto, Hinzpeter reunía atributos que lo convertían en una pieza clave dentro del holding: es considerado un buen –y duro– negociador, con manejo político; fue socio por años de un importante estudio de abogados; tiene redes y amistades transversales; y, es cercano al “piñerismo”. Porque, a pesar de que Andrónico Luksic ya había probado a otros ejecutivos con perfil político a la cabeza de sus empresas –tuvo a René Cortázar y después a Nicolás Eyzaguirre a cargo de Canal 13– para muchos, el nombramiento de Hinzpeter fue visto como una movida estratégica: reclutó a quien fuera un hombre fuerte de la administración Piñera, un gobierno del que varios empresarios lamentaron perder contacto –y peso– en La Moneda.
Con todo, a fines de marzo, y después de un par de semanas de reflexión y conversaciones con sus amigos y ex socios –Andrés Jana y Alejandro Álvarez– Hinzpeter se acercó a Luksic con la respuesta: aceptaba el cargo.
Tras el apretón de manos, se juntó con otros integrantes de la familia y accionistas de Quiñenco, entre ellos, Jean Paul Luksic; Nicolás Luksic e Iris Fontbona. El deal quedó sellado.
Hinzpeter se instaló en Quiñenco el 3 de abril, en una oficina emplazada en el ala sur del piso 16, a pocos metros de Andrónico, lo que le permite tener contacto directo y permanente con él, así como con Francisco Pérez Mackenna, Luis Fernando Antúnez, Felipe Joannon y Martín Rodríguez, los principales ejecutivos del grupo.
El aterrizaje ha sido intenso: ha viajado a Francia, España, Alemania y Estados Unidos. Se ha reunido con prácticamente todos los abogados y estudios extranjeros que asesoran al grupo y se ha dedicado a fondo a estudiar el tejemaneje de las firmas que componen el holding. Una tarea en la que también ha debido cambiar algo de su estilo: si antes era una persona que iba al choque en sus declaraciones, hoy debe medir más sus palabras y adaptarse a las reglas del discreto mundo corporativo.
-Es un cambio total en su vida: dejó el servicio público, a Piñera y se unió, como empleado, al mundo de las empresas. ¿Por qué decidió dar el salto?
-Siempre compartí mi tiempo entre la actividad profesional y la política. Pero luego de 4 años como ministro, más dos jefaturas de campaña presidencial, decidí volcarme de lleno a la profesión y su ejercicio privado. Creo, modestamente, que hice mi aporte. Será grande, mediano o pequeño. Que otros juzguen eso, yo sé que lo que hice lo realicé con toda mi energía y compromiso por el país. Fui ministro del Interior en los meses siguientes al 27F. ¡Uf! Créame que fue duro y siento que ayudamos a muchos chilenos a pasar un poco mejor esos agrios días.
-Hay abogados que se preguntan por qué aceptó emplearse y dejar la “cabeza” de un gran estudio…
-Varios me lo han preguntado. Uno, en el ejercicio como abogado, siempre está a disposición de un ejecutivo o de un proyecto. Eso no cambia: la responsabilidad con esos proyectos desde una gerencia legal es más o menos la misma. Lo que realmente cambié es la práctica en el entorno de un estudio, donde uno se relaciona permanentemente con abogados. Ahora el único abogado del equipo ejecutivo, por llamarlo así, soy yo. Ésa es la principal diferencia.
-¿Tiene peso en las decisiones que toma el grupo? ¿Exigió eso?
-No fue necesario porque es, precisamente, lo que Andrónico me planteó como esencial del proyecto. Hoy el abogado inhouse, el abogado interno, el gerente legal, el general counsel, como se dice en inglés, es cada día parte más fundamental de las decisiones de negocios. Antes, al abogado se le incorporaba en el proceso cuando había problemas, y el resto del tiempo estaba al margen, en una pieza más gris, aislada de los ejecutivos que conducían las transacciones. Esa posición a mí no me hubiera interesado. Actualmente, los abogados se incorporan a los comités, están presentes en las negociaciones y eso supone un manejo de los números, de conceptos económicos como tasas de descuento, Ebitda, NAV, retorno sobre capital, que antes eran definiciones que los abogados se sentían con el derecho de no conocer.
-¿Por qué el grupo Luksic se fijó en alguien con su perfil para integrar el equipo?
-Es un poco incómodo que yo conteste acerca de las cualidades para que se fijen en mí. Tendrá que hacerle esa pregunta a Andrónico Luksic. Me ocupo de los temas comerciales del grupo desde una perspectiva legal y hago mi aporte desde esa esquina.
-Dentro del empresariado hay varios que lamentan que el gobierno de Piñera los dejó de lado. ¿Coincide con ellos?
-No estoy de acuerdo con esa impresión. ¿Qué se le pide a un Presidente, básicamente? Que haga crecer al país, que cree empleos estables y de calidad, que acometa los desafíos de reformas con responsabilidad fiscal y sin populismo. En todo eso el ex Presidente Piñera lo hizo muy bien.
-¿Se conocían con Andrónico Luksic de antes?
-A Guillermo lo conocía más, a Andrónico menos. No había tenido la oportunidad de trabajar con él, pero la experiencia de estos meses ha sido muy enriquecedora, tiene carácter y visión. A quien conocí más fue a Guillermo, con quien tuve la oportunidad de juntarme muchas veces a comer o simplemente a conversar. Al igual que Andrónico, era un gran hombre a quien siempre lo seducía conversar sobre Chile y sus desafíos políticos. Les interesa mucho lo público. Pienso que es algo heredado de su padre. Desafortunadamente, Guillermo falleció muy joven.
-¿Cómo ha sido el “cambio de mando” con Manuel José Noguera, un histórico del grupo?
-Manuel José se ha mantenido como asesor del directorio. Eso ha facilitado mucho la transición, ya que he podido seguir contando con él para lo que necesite. Su disposición ha sido generosa. Estoy muy agradecido de él.
-Ha debido cambiar el “primer plano”, por un perfil mucho más bajo... Los ejecutivos de Quiñenco, y en general el grupo Luksic, se caracterizan por el bajo perfil. ¿No echa de menos el protagonismo?
-Lo mejor que me ha ocurrido es salir de la primera línea. Han pasado meses y aún a veces me sorprendo positivamente cuando voy caminando por la calle, solo, mirando a la gente, los árboles, los autos, sin la pesada carga que supone tener funciones de Estado.

La reforma puertas adentro

-Como representante de uno de los grupos económicos más grandes del país, con un portafolio de inversiones en sectores como el financiero, industrial, portuario, naviero, ¿cómo se preparan para los cambios que se vienen?
-Las decisiones de inversión siempre están vinculadas, no completamente, pero sí en parte, a la normativa de cada país. Pero Quiñenco tiene un compromiso fuerte con Chile y también ve las oportunidades que le brinda el país, no sólo los problemas. Además, el grupo tiene una internacionalización que lo lleva también a mirar oportunidades en todo el mundo, en Europa, en Sudamérica, hay varios países que crecen a tasas atractivas.
“Me ha llamado la atención la forma en que la defensa de Julio Ponce se ha conducido. Demasiado agresiva e intentando involucrar a personas que no tienen nada que ver. Me refiero al ex Presidente Piñera, pero también aludo a la querella contra Fernando Coloma”.
-¿Qué le parece el acuerdo alcanzado en la reforma tributaria? Andrónico Luksic fue de los primeros en criticarla…
-Me inquietó mucho la propuesta inicial y la falta de diálogo que existió durante demasiado tiempo. El acuerdo es un avance, pero sólo endereza un poco un proyecto que tendrá impacto negativo en el dinamismo de la economía del país. Mire la nueva estimación del déficit fiscal al 1,7% del PIB. Mala noticia ésa. La desaceleración de la economía o la incertidumbre que produjo el texto inicial costó muchos millones de dólares a Chile. Eso es costo hundido y no lo restablece un acuerdo que, además, habrá que ver cómo se materializa. Ciertamente, aprecio mucho el esfuerzo por el consenso que están haciendo todos. Pero aún hay cierta vaguedad de conceptos e incertidumbre. La mayor recaudación se está planteando para una reforma educacional que todavía no conocemos y donde pareciera que la calidad no se agendó como lo prioritario. Pero tengo confianza en que no se van a cometer embarradas que le cuesten caro al país.
-¿Cómo evalúa a Eyzaguirre en ese sentido?
-No quiero juzgar a los ministros ni expresar opiniones de ellos. Ser ministro es una carga muy significativa y a veces uno se forma una opinión por un gesto o declaración que termina descontextualizando. Yo lo sufrí muchas veces. Confío en que cada uno de los ministros tiene clara la importancia de su trabajo para el país completo.
-¿Quiñenco ha puesto pausa en sus inversiones hasta que la situación se defina?
-No advierto ningún detenimiento o postergación en las inversiones dentro del Grupo.
-¿Cómo evalúa a la derecha en este debate?
-De menos a más, como todos los actores en general. En esta ocasión, fueron los empresarios los que actuaron en forma muy colaborativa e inteligente. Fueron una pieza fundamental para evidenciar los problemas de la primera reforma, contribuyeron en buscar las soluciones y han aceptado, con mucha nobleza, el mayor aporte económico que van a tener que hacer sus empresas. Los he visto discutiendo mecanismos más que porcentajes, ideas globales antes que intereses particulares. Este acuerdo se comenzó a construir entre el ministro Arenas y el empresariado. Después se sumó el mundo político.

El ex ministro

-¿Cuál cree que fue su principal aporte como ministro?
-En materia de seguridad. Me comprometí con perseguir la colocación de bombas. Me acusaron de exagerado, de coludirme con la fiscalía, y un sinfín de ridiculeces. Respondí que no debíamos esperar que se colocara una bomba en la locomoción colectiva o que hubiera muertos para llamar esto terrorismo, mientras los jueces condenaban por daños a la propiedad. Eso consta en la prensa y mire lo que ha ocurrido recién en el Metro. No fue fácil construir la idea de que la violencia y que los encapuchados en las manifestaciones eran inadmisibles en un Estado de derecho. Me enfrenté fuertemente con muchas personas que plantearon que se estaba estigmatizando y coartando el derecho a expresión.
-En ese sentido, ¿cómo ve a las actuales autoridades?
-Hoy veo a autoridades de este Gobierno criticando con igual o mayor energía la violencia e invocando la Ley Antiterrorista cuando se pone una bomba. Fui acusado constitucionalmente en dos ocasiones por el control del orden público, que es una cuestión que compete exclusivamente a Carabineros, pero en sus definiciones fundamentales tiene que ver con que no es posible aceptar, en el entorno de una manifestación, la violencia que uno ve. Yo creo que ése es un criterio que hoy el país comparte mayoritariamente. El Gobierno también continuó el plan Estadio Seguro, lo que da cuenta de que se comprendió algo que inicialmente fue criticado por muchos, ¡para qué decir por los barristas!
-¿Fracasó en una de sus principales promesas, que era combatir la delincuencia?
-Las cifras dicen que no. Tuvimos una reducción de la delincuencia superior al 15%, que fue la meta que nos pusimos. Esta reducción, fuera de bromas, es la más alta históricamente desde que se mide la victimización a través de la encuesta ENUSC. En términos de opinión pública, la cosa es diferente. No se pudo transmitir esa realidad y quedó una sensación injusta de que no habíamos cumplido.
-¿Hace mea culpa de algo en su pasada por el Gobierno? ¿Algo que faltó por hacer, o que se pudo hacer mejor?
-Con el tiempo, uno se da cuenta de que hubo cosas que no hizo bien y otras que pudieron hacerse mejor. Pero siempre he tratado de no expresar de qué cosas se arrepiente uno, así como tampoco voy a ser yo quien diga en qué cosas tuve acierto.
-Se lo pregunto porque en el ambiente reformista que se vive hoy, y frente a los anuncios del Gobierno en varias áreas, muchos se preguntan ¿por qué durante su Gobierno no se hicieron reformas? ¿No era necesario?
-No hay mejor reforma tributaria que el crecimiento económico. Crecer al 3% supone una noticia muy mala para la recaudación fiscal y si pudiéramos crecer al 5% y al 6%, como lo hicimos hace pocos años, estaríamos recaudando muchos millones de dólares que el Estado no va a tener. Si es para mejorar la calidad de la educación, se justifica recaudar fondos, pero no sé si a través de una reforma como ésta. Se está pidiendo un esfuerzo tributario importante, pero sólo se ha compartido el título del destino de esos fondos, y no el contenido. El problema es que no se han redactado las estrofas de esa canción y no sabemos cuál va a ser su melodía y si realmente va a mejorar la educación.
-El mensaje que muchos reciben de este Gobierno es que está partiendo de cero, haciendo todo, o varias cosas de nuevo y que la administración anterior prácticamente no avanzó en estas materias…
-El Gobierno no está haciendo todo de nuevo, aunque con anuncios, inadvertida o deliberadamente, esté dando esa impresión. Han anunciado proyectos de reformas que se construyen a partir de una cierta negación de que ellos gobernaron el país durante 20 años. Están borrando o deslegitimizando un trabajo conjunto del cual ellos fueron parte protagónica. Pienso que es parte del entusiasmo de los primeros días de gobierno. Hace poco tiempo estuve en Argentina, y me pregunté por qué ellos y otros países de la región estaban tan mal. Y la pregunta correcta es: ¿por qué Chile no está así? Cuando nos respondamos eso, vamos a tener claro cuáles son los márgenes en los que podemos movernos, y de los que no debiéramos salirnos para seguir avanzando.
-¿No es un poco conformista esa mirada? Hay desigualdades importantes, y varios señalan que su Gobierno no supo leer las nuevas exigencias…
-Obviamente que nosotros nos dimos cuenta de que el mundo y Chile cambió. Pero el problema es que por qué si el mundo cambia, la autoridad no debe dejar de hacer las cosas de la manera en que funcionan y debe tener carcácter y poco aprecio por la popularidad fácil para no dejarse tironear por la ruta hacia los cambios que se proponen desde el asambleísmo o la manifestación de la calle. Lo único que se consigue así es descarrilar a los países. Hoy día, con el acervo cultural de varios siglos, está bastante acreditado cuáles son las ideas que funcionan y cuáles son las ideas que no funcionan. Y hay cosas que no se pueden volver a hacer.
-¿Este Gobierno se está dejando tironear, cree usted?
-Yo espero que, finalmente, no se deje tironear.
“La desaceleración de la economía o la incertidumbre que produjo el texto inicial (de la reforma tributaria) costó muchos millones de dólares a Chile. Eso es costo hundido y no lo restablece un acuerdo que, además, habrá que ver cómo se materializa”.

“Hoy no quiero pelear con nadie”

-¿Adiós a los estudios de abogado y a la política, independiente de quién sea el candidato de aquí a 4 años?
-El compromiso que hice a la familia Luksic antes de asumir fue abocarme un 100% en estas tareas y por un período de tiempo extenso. Independiente de quién sea el próximo candidato o Presidente, yo me quedo acá.
-¿Echa de menos la política?
-Para nada. Pero no desprecio la política. Es una actividad indispensable. La buena política hace una diferencia esencial en la calidad de vida de millones de personas. Hay que alentar la incorporación de talentos a la actividad pública. Lo que no echo de menos es al oportunista que aborda temas complejos de manera frívola.
-Desde la lejanía y con la cabeza en frío, ¿cómo mira a la derecha hoy?
-Un padre a punto de quebrar manda por separado a sus dos hijos a un país de África para vender zapatos. Uno le dice que será imposible, ya que en ese país nadie usa zapatos. El otro le dice que se harán millonarios. Que nadie tiene zapatos, por lo que podrán vender grandes cantidades. Esta última mirada me gusta más para la centroderecha. A pesar de haber sufrido una derrota en la pasada elección, tengo enorme optimismo en su futuro. No hay mejor aliado en política que estar junto a las ideas que funcionan bien y en el mundo entero esas ideas son las de la centroderecha. Me refiero a la opción por el mercado y el crecimiento económico, empleo, buenas políticas focalizadas de promoción social, red de calidad para educación y salud, y mucha libertad en un sentido amplio.
-¿A quiénes asocia para ambos casos?
-Con el optimista me acuerdo de los que quieren abrir espacio a nuevas y buenas ideas. Veo a personas de la UDI, RN, Amplitud y Evópoli. Al pesimista lo asocio con sectores que les cuesta reconocer los cambios y que creen que la libertad es una cuestión puramente económica y que no puede ejercerse en el campo de la vida privada.
-¿Lo dice por Carlos Larraín y los más conservadores de su sector?
-No quiero dar nombres. Ya tuve suficiente tiempo para discutir y hoy día no quiero discutir ni pelear con nadie.
-¿Con quiénes se sigue viendo? ¿Con Juan Carlos Jobet, Hernán Larraín, Felipe Bulnes, Ignacio Rivadeneira, por ejemplo?
-Los sigo viendo y serán compañeros de toda la vida. Me he visto un poco más con Juan Carlos y Felipe Bulnes.
-Varios de la administración Piñera volvieron al mundo privado. ¿No cree que le falta más compromiso a su sector?
-Al revés. Más riesgoso me parece aquel que no puede reinsertarse en la vida privada y que está forzado a vivir de lo público permanentemente. El tránsito entre la vida privada y la vida pública, en una sociedad moderna, con sistemas de control que funcionan y con transparencia, no debe ser nada traumático. Lo otro es crear estancos y repartirse trincheras. Unos en lo público y otros en lo privado. Eso es absurdo y poco libertario.
-¿Con Sebastián Piñera ha perdido contacto?
-Ahora es imposible verlo como antes. Pero nos seguimos viendo y hablando por teléfono.
-¿Cuándo fue la última vez que lo vio?
-Hace no más de 10 días. Tomamos desayuno juntos. •••
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Cascadas: Por qué Luksic no fue a declarar

-¿Qué opinión tiene del caso Cascadas? Andrónico Luksic fue citado a declarar y no concurrió. ¿Por qué?
-Me ha llamado la atención la forma en que la defensa de Julio Ponce se ha conducido. Demasiado agresiva e intentando involucrar a personas que no tienen nada que ver. Me refiero al ex Presidente Piñera, pero también aludo a la querella contra Fernando Coloma y otras actuaciones que se han expresado a través de la prensa. Respeto plenamente el derecho a defenderse y la libertad para hacerlo como uno estime apropiado, pero también constato que ese estilo ha expuesto innecesaria y negativamente el caso y eso causa un daño al sistema. Respecto de la citación a Andrónico Luksic, le puedo decir que una parte involucrada pidió su citación, pero la SVS resolvió hacerlo sin el apercibimiento que contempla su ley orgánica. En ese contexto, para él no resultaba obligatorio concurrir, ni para nadie citado de la misma manera.
-La citación la pidió la defensa de Leonidas Vial. ¿Usted le recomendó a Luksic no ir?
-Independiente de las recomendaciones que uno puede hacer, la decisión de excusarse de declarar la tomó él solo.
-La defensa de Ponce insiste en que el asunto se trató en un comité político mientras Piñera era Presidente.
-Era ministro de Defensa en la época que se refieren. Sin embargo, estuve en el comité político casi tres años y los temas que ahí se trataban eran de país, de gobierno y de verdad creo que es presuntuoso e irrespetuoso con una autoridad del país como es el Presidente de la República.

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